EL LIBRO Y EL HOMBRE

EL LIBRO Y EL HOMBRE

Por: Ing. Fernando Padilla Farfán

 
En la actualidad cualquiera puede afirmar que ha tenido en sus manos un libro, y lo ha ojeado, y lo ha leído; comenzando por los de la escuela.
 
Sin embargo, muchos no sabemos las etapas por las que tuvo que pasar la evolución del libro para que, en nuestros días, lo encontremos a precios accesibles y en las cantidades necesarias para que nadie se quede sin el deseo de conseguir uno. Su uso es tan cotidiano que no lo valoramos.
 
Los libros, a través de los cientos de años, han moldeado nuestra mente. Gracias a los libros hemos evolucionado en lo personal y como miembros de una sociedad.
 
La historia del libro se liga de manera cercana a la escritura desde el origen de la humanidad, por la necesidad de transmitir información que perdurara a través del tiempo y que pudiera ser entendida por otras personas.
 
El antecedente de lo que ahora conocemos como libros, se localiza en las pinturas rupestres y los grabados en piedra, marfil, hueso o cortezas de árboles.
 
Pero no fue sino hasta mucho tiempo después, cuando se presentan los primeros indicios de escritura en madera y cortezas de los árboles.
 
Más tarde, asirios y sumerios comenzaron a usar tablillas para sus leyes y contabilidades, en escritura cuneiforme.
 
En China, en el segundo milenio antes de Cristo, ya se usaban láminas de bambú unidas por cuerdas, como libro primitivo. También usaron la seda.
 
El gran salto de la escritura se da en el antiguo Egipto con el uso del papiro. Encolaban una hoja con otra hasta formar rollos.
 
Del rollo de papiro se pasó al Codex, el libro de hojas de pergamino cocidas y encuadernadas, parecidos a los actuales.
 
En la Edad Media, la escritura de los libros era a mano (manuscritos). Los libros eran muy caros, solo al alcance de los nobles, las universidades y la iglesia.
 
El invento de la imprenta, por Gutenberg, vino a revolucionar el mundo del libro y la cultura. El precio de los libros se abarató.
 
El uso de la imprenta se extendió con gran rapidez. Antes de 1500 ya se imprimían libros en toda Europa y de ahí en América.
 
En el siglo IXX se inventó la linotipia que mecanizó la composición de texto. A lo largo del siglo XX se implantaron la rotativa y la impresión offset. En la actualidad, la impresión digital está reduciendo los costos.
 
Los libros son objetos sabios y útiles que nos enseñan y nos divierten; nos seducen y nos enamoran.

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EL LENGUAJE FOXISTA

EL LENGUAJE FOXISTA

Por: Ing. Fernando Padilla Farfán


El ex presidente de México Vicente Fox Quezada, incluyó en su léxico palabras y frases de cuño propio como: “tepocatas y víboras prietas”. Frase hasta ese entonces desconocida en nuestro país. Tiempo después se supo que así les llamaban a unos renacuajos en Guatemala. Pero cuando Vicente Fox se refería a ese tipo de animales denotaba que se trataba de seres nocivos por la comparación con las víboras prietas siendo, en realidad, inofensivos animalitos de la herencia genética de las ranas.
No se midió en utilizar de manera indiscriminada el masculino y el femenino en su lenguaje. Lo de chiquillos y chiquillas pegó tanto que ya forma parte de los discursos de todos los políticos sin importar su filiación política, ideológica o preparación académica. Creen que utilizando el dictado foxiano le dan un marcado y merecido reconocimiento a las niñas y a las mujeres en general.
Utilizaba a tal extremo la diferenciación de los sexos que, en un discurso ante empresarios de la industria automotriz, habló de “Camiones y camionetas”; según él, para guardar el equilibrio sexista sin importarle que fueran objetos. En otra ocasión pretendió crearle el femenino a “el alumnado”.
Durante su mandato recurrentemente distorsionaba el lenguaje, tan rico en conceptos como para inventar y mal aplicar las palabras. Aún no se sabe qué influjos motivaron que el ex presidente Fox distorsionara una forma de hablar construida durante siglos.
Desde hace unos años, la Real Academia Española (RAE) viene advirtiendo y corrigiendo el uso indebido de ciertas palabras que intentan marcar la diferencia en los sexos y que son con asiduidad mal empleadas, como “Todos y todas, presidente y presidenta, ciudadanos y ciudadanas”.
La RAE ha explicado que este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase. Es decir, mencionar a todos los individuos de la especie sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto. Por ejemplo.
La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, ‘los alumnos’ es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones, explica la Real Academia Española.
Aunque en discursos oficiales de altos personajes de la política se escucha de manera recurrente conceptos como “Ciudadanas y ciudadanos” o “Hola a todas y a todos”, no dejan de ser distorsiones del lenguaje.
Otro ejemplo digno de comentarse, es lo que dijo Pablo Iglesias Posee, fundador del Partido Socialista Obrero Español, en una carta a sus militantes: “En un momento histórico crucial para el futuro de nuestro país, ponen de nuevo a prueba nuestra madurez y tratan de sembrar cizaña. Por eso es crucial que todos y todas estemos a la altura y no hagamos el juego a nuestros adversarios”. En otro discurso dijo que, desde su formación, siempre van a estar dispuestos a dialogar “con todos y todas, a pesar de las diferencias”.
Cristina Kirchner que, en cada acto, impostando la voz como si estuviera declamando en un acto escolar, iniciaba sus discursos a la nación: “¡argentinos y argentinas; sepan que es intención de este gobierno respetar los derechos de todos y todas”. Estas frases no extrañan a nadie en México porque después de Vicente Fox todo el mundo político utiliza esas expresiones, sin meditar en lo más mínimo el daño que hacen a nuestro florido lenguaje, que contiene todas las palabras y conjugaciones que se necesitan para comunicarse de manera clara y perfectamente entendible entre las personas.

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EL GRAN SOCAVÓN

EL GRAN SOCAVÓN

Ing. Fernando Padilla Farfán


El socavón del Paso Express de Cuernavaca, Morelos, originado por la presión del agua de lluvia que se acumuló en uno de los costados y que provocó la muerte de dos personas, padre e hijo, que viajaban en un automóvil por caer dentro de esa enorme oquedad que se abrió de manera imprevista en esa vía inaugurada apenas tres meses antes por el presidente de la República; no ha sido ni el primero ni será el último mientras exista la corrupción.

El escándalo noticioso que se armó en torno a ese evento, obedeció a que es un camino de alto tránsito vehicular y, particularmente, a que el vehículo con las personas dentro permaneció varias horas sepultado antes de ser rescatados.

Lamentablemente, es común que en obras que realizan las autoridades de cualquier nivel de gobierno, se susciten múltiples accidentes debido a que no cumplen con las especificaciones requeridas. Por ejemplo, hay carreteras en el país con el peralte invertido en algunas de sus curvas, lo que causa que cualquier vehículo sea impulsado por la inercia hacia fuera del camino; y todo por abaratar los costos en detrimento de la seguridad de los usuarios.

La falta de calidad en una buena parte de las obras públicas, obedece a deficiencias en la supervisión cuya obligación recae directamente en las autoridades responsables, aunque en ocasiones deleguen esta responsabilidad en terceros contratados para ello.

El socavón del paso Express de Cuernavaca, puso al descubierto deficiencias en la construcción, pero también exhibe que las autoridades no cumplieron con su responsabilidad. No estuvieron al tanto que la obra se realizara de acuerdo al proyecto que, de antemano, debió haber sido aprobado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Los delegados que la mencionada secretaría tiene en los Estados de la República, sin importar que hubiese un tercero responsable para esa tarea, están para eso, para checar que las constructoras cumplan con lo pactado. Los supervisores de obra de esa dependencia, se encargan precisamente de documentar, por escrito, todo aquello que consideren se haga fuera de los lineamientos que las obras deben cumplir de manera puntual.

Como alguien no hizo su trabajo, pasó desapercibido que las dimensiones del ducto por donde debía pasar el agua de un lado al otro, no fueron las correctas, originándose un tapón que terminó destruyendo esa parte de la vía.

Nadie ha dado una explicación aceptable. Todo ha derivado en acusaciones mutuas. La parte más delgada del hilo le tocó al delegado de la SCT en Morelos. Lo curioso es que la gente de Cuernavaca que vive en las inmediaciones de donde se presentó el problema, vio y comentó lo que podía ocurrir, pero nadie la escuchó.

Al observar de manera cotidiana los avances de la construcción, con el juicio que aporta el sentido común, los vecinos sabían que en esa parte la construcción no reunía las características para que el agua pluvial pasara de un lado a otro sin obstáculos que impidieran su paso. Hubo avisos oportunos, pero urgía que el Paso Express se inaugurara lo más pronto posible, nada podía atajar la presencia del Presidente de la República en la fecha acordada. Esa premura, la indolencia de algunos y la rampante corrupción, originaron la tragedia.

Por cierto, inaugurar las obrar es una práctica que en estos tiempos acarrea más problemas que beneficios. Provoca irritación en la gente cuando ven la obra terminada y no pueden usarla o disponer de la misma, porque no ha sido inaugurada. Igual de absurdo resulta cuando las obras se inauguran antes de haber sido concluidas.

En estos casos, lejos de que la gente las aplauda, como es lo deseable por los políticos, provoca efectos contrarios.

Otra de las prácticas que en México debe desaparecer, es la realización de obras que no son las que requiere la población. Ante la falta de una verdadera planeación se construyen cosas que no son prioritarias, las necesarias se sustituyen por aquellas que son visibles, en una falsa idea que los autores obtendrían mayor reconocimiento.
EL DIOS DE SPINOZA

EL DIOS DE SPINOZA

Por: Ing. Fernando Padilla Farfán

Baruch de Spinoza fue un filósofo holandés considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes. Spinoza desarrolló una teoría sobre un Dios geométrico a quien considera que es un ente pensante e infinito. Albert Einstein, en algunas ocasiones declaró estar de acuerdo con el Dios de Spinoza.

Spinoza creía que el Dios de su teoría hubiera dicho: «Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti. ¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa! Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas.

Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro! Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso? Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno. No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?… Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti.

Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar. Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.

¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti”.

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El éxito antisocial

El éxito antisocial

Sólo hay una ambición más ridícula que la de llegar a ser importante: la ambición de adquirir importancia por codearse con los ricos o los famosos. Cuando un buscador de fama y prestigio fracasa en su empeño por falta de méritos, recurre a cualquier subterfugio para negarlo ante los demás. Las biografías de celebridades fomentan esta prevaricación, pues dedican más espacio a las amistades del personaje célebre que a la obra por la cual obtuvo renombre. Detrás del interés por reconstruir ese tejido de relaciones subyace la idea de que basta una buena campaña de relaciones públicas para imponerse en cualquier terreno profesional. Por culpa de esa patraña, el mercado de las vanidades está repleto de productos chatarra. Cuanto más insiste una persona en mencionar a la gente famosa que ha conocido, más seguros podemos estar de que no se considera su igual, ni pertenece de verdad a ese núcleo privilegiado. Pero hay tal abundancia de simpáticos profesionales, tanta gente ávida de tomar atajos para alcanzar una ilusoria grandeza, que la única defensa contra ella es negarse a instrumentalizar la amistad, repudiar la intromisión de la politiquería en ámbitos que deberían estar fuera de su alcance.

Vale la pena estudiar las tácticas que algunas celebridades utilizan para exhibir o incomodar a los trepadores empedernidos. Una de ellas es restar valor a las jerarquías, reducir al mínimo el trofeo codiciado por los advenedizos. Proust advirtió ese comportamiento en algunas aristócratas francesas: “Ser gran señora es jugar a la sencillez. Se trata de un juego extremadamente caro, pues la sencillez sólo encanta a condición de que los demás sepan que podríais no ser sencillos, es decir, que sois riquísimos”. Desde luego, la eficacia de la sencillez como método para pintar una raya entre la gente ávida de honores y la que nunca necesitó buscarlos exige por parte de la gran señora un talento histriónico impecable, o de lo contrario daría una impresión de falsa modestia. Pero quienes desempeñan con acierto ese papel tal vez logren hacerle notar al advenedizo que su empeño por ascender en el escalafón jerárquico, un signo inequívoco de plebeyez, lo descalifica automáticamente para entrar al Olimpo.

Esa elegante manera de establecer quién es quién no denota jactancia alguna por parte de la celebridad, y quizá por eso tiene muchos adeptos, pero también hay una manera soberbia de ponerse al margen o mirar desde arriba la encarnizada lucha por el reconocimiento: la que María Félix empleaba para distinguirse de cualquier actriz luchona que asciende poco a poco al estrellato, a fuerza de tocar puertas y hacer relaciones públicas. Cuando hablaba de su trato con otras grandes figuras de la pantalla, la Doña nunca decía: “Conocí a Jorge Negrete en 1942”. Ella declaraba sin rubor: “Jorge Negrete me conoció en 1942”, aunque en ese año ella apenas debutaba en el cine, y el charro cantor ya era un gran ídolo popular. Así dejaba en claro tres cosas: que no le debía su celebridad a nadie, que su aureola de diva tenía efectos retroactivos y que, en todo caso, los demás debían mencionarla a ella como punto de referencia para darse taco. Nunca se ufanó de haber conocido a ninguna luminaria, pues ella era la suprema dispensadora de relumbrones.

La soberbia de la Félix quizá le parezca monstruosa a las buenas conciencias, pero tiene una virtud: defender la posibilidad de un éxito antisocial, obtenido a contrapelo del tacto diplomático. Nada satisface más a un vanidoso legítimo, enemigo del autoengaño, que ganarse el aplauso del público sin haber movido influencias para obtenerlo. En un mundo tan lleno de arribistas, de falsos aduladores que utilizan a los demás como trampolines, los ogros individualistas que triunfaron sin cortejar a nadie descuellan por su admirable autenticidad. Y aunque mucha gente los odia, su éxito revela que los alpinistas frustrados siguen quizá una táctica errónea para ingresar a las élites del intelecto, el poder o el dinero.

Profundo conocedor de la alta sociedad, Proust creía que el éxito en el gran mundo dependía justamente de no buscarlo: “Si un hombre se lamentara de no recibir en sociedad bastantes atenciones, yo no le aconsejaría que hiciera más visitas o que tuviera mejores coches y caballos: le aconsejaría no asistir a ninguna invitación, vivir encerrado en su cuarto, no dejar entrar a nadie, pues entonces harían cola en su puerta”. Dárselas de autosuficiente sería, pues, el camino más arduo pero el más seguro para que los miembros de una élite sientan curiosidad por conocer a quien los desprecia. Pero entonces, ¿ante quién disfrutaría su gloria el ermitaño encumbrado? La satisfacción de un misántropo que triunfa en sociedad por haberle dado la espalda no borra su dependencia de los demás: más bien la transforma en sociopatía.
Imaginación artificial

Imaginación artificial

Por: Enrique Serna


La huelga de guionistas que ha paralizado la industria del espectáculo en Estados Unidos no sólo busca reivindicaciones salariales: otra importante manzana de la discordia entre los escritores y los magnates del espectáculo es el empleo de la inteligencia artificial para pergeñar libretos de películas y teleseries. A finales de marzo, cuando la huelga apenas se barruntaba, la asociación de guionistas aceptó utilizar esa herramienta, siempre y cuando los escritores de carne y hueso conserven el crédito de la historia original y las regalías que produzca. “El ejecutivo de un estudio podrá pedir al escritor que pula o reescriba un libreto generado por inteligencia artificial, pero el guionista será considerado el autor único del proyecto”, proponía la Writers Guild of America (Variety, 21 de marzo de 2023). En otras palabras, el programa de computadora confeccionará la trama y los diálogos, pero los guionistas se llevarán todo el crédito por un libreto al que solo dieron unos cuantos retoques. Al parecer las empresas no aceptaron esta exigencia, pues la huelga pronto cumplirá un mes y los pesimistas calculan que podría durar hasta diciembre.

El desplazamiento de la imaginación humana por la artificial empobrecería más aún la calidad artesanal de los libretos, pero ese tema no se ha puesto en la mesa de negociaciones, una omisión explicable, pues ninguna de las dos partes parece interesada en respetar la inteligencia del espectador. Cualquier guionista con un mínimo de vergüenza profesional rechazaría corregir un guion escrito por una máquina, y eso harán sin duda los libretistas yanquis con más renombre. Pero el sindicato defiende a los soldados rasos de su gremio, a los sufridos galeotes de la profesión que nunca tuvieron la oportunidad de mostrar su talento, si acaso lo poseían, y se ganan la vida escribiendo a destajo series policiacas anodinas o programas cómicos de pastelazo. Nadie los respeta, pero proveen de entretenimiento a la mayor parte del género humano.

Sus equivalentes mexicanos serían lo escribidores que remiendan aprisa una telenovela exitosa de hace quince o veinte años, para adaptarla al presente. Su destreza con la aguja y el hilo les ha valido el mote de “costureras”. No me sorprendería que en poco tiempo la inteligencia artificial también los deje sin chamba, pues el programa ChatGPT puede refritear melodramas igual o mejor que ellos. Sólo es incapaz de imaginar historias originales. Pero como la originalidad provoca urticaria a los mercaderes de la farándula, a partir de ahora la industria del espectáculo emprenderá un acelerado proceso de robotización. Y el público tal vez llegará a molestarse cuando el programa de computadora se atreva a introducir una variación inesperada en la bazofia de siempre.

Buena parte del revuelo desatado por la inteligencia artificial se debe quizás a un malentendido semántico. Sólo podemos considerar inteligente al programa ChatGPT si reducimos la inteligencia a la capacidad de combinar ideas recibidas, o en este caso, situaciones dramáticas manoseadas. No puede haber inteligencia sin imaginación y la esencia de ambas es la facultad intuitiva. La verdadera fuerza generadora en el arte, en la ciencia o en la filosofía es percibir algo que siempre estuvo ahí, pero nadie había visto. Schopenhauer, un crítico acerbo de los edificios conceptuales, concedía en cambio un altísimo valor a la intuición: “Este don es para el intelecto como la tierra firme que pisa: por eso lo que ha surgido puramente de ella, como la obra de arte auténtica, no puede nunca ser falso ni quedar refutado por ninguna época”. La intuición no aflora por medio de razonamientos, sino de iluminaciones a las que pocos seres humanos tienen acceso, ya no digamos un programa de computadora. En rigor, sólo vale la pena leer obras literarias o ver películas nacidas de sus vislumbres: todo lo demás es hojarasca. 

Si el entretenimiento del futuro queda en manos de circuitos cibernéticos, el público masivo caerá en un letargo atroz, pero muchos universitarios ufanos de sus diplomas tampoco saldrán bien librados de esta involución, pues las tesis de licenciatura y posgrado, al menos en el campo de las humanidades, se limitan muchas veces a barajar ideas y conceptos de otros autores que el estudioso combina sin haber partido de un chispazo intuitivo. Abastecido con suficiente información, el programa ChatGPT puede hacer glosas eruditas sobre cualquier tema, ahorrándole desvelos al pasante, que a partir de ahora ya no necesitará hilvanar conocimientos prestados: una costurera informática lo hará por él. O cambian los criterios para evaluar la excelencia académica o la meritocracia universitaria tendrá que ceder sus togas y birretes a las máquinas de pensar.