Un sonido que pareciera que aún retumba por las paredes de las casas nuevas, es el del desaparecido ferrocarril que llegaba a la Estación de Beristáin, una junta auxiliar del municipio de Ahuazotepec, en la zona alta de la Región de Huauchinango, entrada a la Sierra Norte del estado de Puebla.
Las instalaciones que ocupaba la estación del ferrocarril en Beristáin, actualmente se encuentran en desuso; las vías que estaban en función terminaron por ser arrancadas, algunas sirvieron en cercas o techos de algunas casas, otras se vendieron por kilo al mejor postor.
Los rieles que fueron vías se terminaron de arrancar de su lugar original entre el fin del sexenio de Ernesto Zedillo y el inicio del gobierno de Vicente Fox.
El tren que llegaba a la comunidad donde se estacionaba por un buen rato, no solamente cargaba con pasajeros que iban de este punto a la Ciudad de México, llegando por la Estación Buenavista, sino que era un movimiento aparatoso de mercancías.
Cuenta algunos lugareños de Huauchinango que, en los quehaceres de la vaquería, los hombres de acaballo arriaban el ganado vacuno hasta por 15 días, desde el municipio de Pantepec, a la altura de la Junta Auxiliar de Mecapalapa, en la zona baja de la Huasteca Poblana, pasaban entre otros lugares por la cabecera municipal de Huauchinango, hacían un descanso para después, seguir su camino a Beristáin, el objetivo era llegar con las reses y embargarlas en algunos de los vagones, su destino era la capital del país.
Contaba uno de esos vaqueros que, al llegar a Huauchinango se hacía un descanso, los semovientes se encerraban en algunos de los mesones, al igual que los caballos y demás “bestias de carga”, la vaquerada comía o cenaba en los puestos de enchiladas que se encontraban en los portales del pueblo, de acuerdo a las condiciones del tiempo, pasaban la noche o apretaban el paso para llegar a Beristáin.
El cronista de Ahuazotepec, Gustavo Sánchez Nava, describió que el principal objetivo de la ruta del tren, era el traslado de pasajeros, “esa era una forma de economizar” el costo del pasaje, sin embargo, lo que no se economizaba era el tiempo, pues el testimonio apunta que el trayecto se completaba hasta en seis horas. Es decir, casi el triple de lo que en la actualidad se tarda un servicio de transporte, de Huauchinango a la Ciudad de México.
Cuenta algunos lugareños de Huauchinango que, en los quehaceres de la vaquería, los hombres de acaballo arriaban el ganado vacuno hasta por 15 días, desde el municipio de Pantepec, a la altura de la Junta Auxiliar de Mecapalapa, en la zona baja de la Huasteca Poblana, pasaban entre otros lugares por la cabecera municipal de Huauchinango, hacían un descanso para después, seguir su camino a Beristáin, el objetivo era llegar con las reses y embargarlas en algunos de los vagones, su destino era la capital del país.
Contaba uno de esos vaqueros que, al llegar a Huauchinango se hacía un descanso, los semovientes se encerraban en algunos de los mesones, al igual que los caballos y demás “bestias de carga”, la vaquerada comía o cenaba en los puestos de enchiladas que se encontraban en los portales del pueblo, de acuerdo a las condiciones del tiempo, pasaban la noche o apretaban el paso para llegar a Beristáin.
El cronista de Ahuazotepec, Gustavo Sánchez Nava, describió que el principal objetivo de la ruta del tren, era el traslado de pasajeros, “esa era una forma de economizar” el costo del pasaje, sin embargo, lo que no se economizaba era el tiempo, pues el testimonio apunta que el trayecto se completaba hasta en seis horas. Es decir, casi el triple de lo que en la actualidad se tarda un servicio de transporte, de Huauchinango a la Ciudad de México.
Cuenta algunos lugareños de Huauchinango que, en los quehaceres de la vaquería, los hombres de acaballo arriaban el ganado vacuno hasta por 15 días, desde el municipio de Pantepec, a la altura de la Junta Auxiliar de Mecapalapa, en la zona baja de la Huasteca Poblana, pasaban entre otros lugares por la cabecera municipal de Huauchinango, hacían un descanso para después, seguir su camino a Beristáin, el objetivo era llegar con las reses y embargarlas en algunos de los vagones, su destino era la capital del país.
Contaba uno de esos vaqueros que, al llegar a Huauchinango se hacía un descanso, los semovientes se encerraban en algunos de los mesones, al igual que los caballos y demás “bestias de carga”, la vaquerada comía o cenaba en los puestos de enchiladas que se encontraban en los portales del pueblo, de acuerdo a las condiciones del tiempo, pasaban la noche o apretaban el paso para llegar a Beristáin.
El cronista de Ahuazotepec, Gustavo Sánchez Nava, describió que el principal objetivo de la ruta del tren, era el traslado de pasajeros, “esa era una forma de economizar” el costo del pasaje, sin embargo, lo que no se economizaba era el tiempo, pues el testimonio apunta que el trayecto se completaba hasta en seis horas. Es decir, casi el triple de lo que en la actualidad se tarda un servicio de transporte, de Huauchinango a la Ciudad de México.
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